El 15 de agosto se cumplen tres años desde que el grupo extremista talibán tomó el poder en Afganistán . Alrededor de tres millones de afganos son refugiados en países vecinos y luchan por sobrevivir a diario.
Viven aislados en las montañas arenosas, en pequeñas casas de barro, sus hijos no pueden ir a la escuela y son explotados en el trabajo.
El país ocupa el décimo lugar en la Lista Mundial de Persecución de 2024 , que clasifica los 50 países donde los cristianos son más perseguidos.
Por otro lado, el gobierno talibán niega el gran número de refugiados y los gobernantes de los países vecinos no apoyan a los afganos, por temor a represalias del grupo radical islámico. Incluso se niega el acceso al agua a las personas que se atrevieron a huir de Afganistán.
Sin embargo, hay cristianos como Ahmad* que cava pozos de 240 metros de profundidad para ofrecer agua a los necesitados y aprovecha para hablar de Jesús, la fuente de agua viva.
Todo por Jesús
A Ahmad se le compara con el apóstol Pablo de la región porque el objetivo de su vida es presentar a Cristo a los refugiados afganos, que son en su mayoría musulmanes.
“Ayudamos a la gente con ropa, abrigos de invierno, zapatos, pañales, atención médica y otras cuestiones prácticas. El solo hecho de que los cuidemos les despierta la curiosidad. Gracias al proyecto del pozo, unas 300 familias ya han oído hablar de Jesús. Se encuentran en grupos domésticos, treinta afganos fueron bautizados en sólo un mes”, explica el seguidor de Jesús.
Obedecer a Dios es costoso para Ahmad, quien ya ha sido arrestado cinco veces y su hermana fue atacada por agentes de policía por renunciar a su fe. Incluso al funeral de su padre, una multitud de 500 musulmanes le prohibió asistir al cristiano. Sin embargo, se mantiene firme en cumplir su llamado de ser y hacer discípulos de Jesús.
Esperanza en lugar de miedo
Mientras se ayuda a las familias afganas, Ishmael* enseña fútbol a adolescentes. Muchos de ellos viven oprimidos por el miedo y la desesperación y piensan en quitarse la vida.
“Desde el inicio del proyecto futbolístico, cada día se reúnen unas cuarenta chicas y un centenar de chicos. El ejercicio les da esperanza y placer y nos da contacto con sus padres. Algunos nunca han oído el Evangelio”, testifica el cristiano. Pero muchos de estos ahora jóvenes participan en una iglesia en casa.
El ministerio con los refugiados afganos está dando muchos frutos y sus responsables piden en la fe la intercesión de toda la familia:
“Necesitamos sabiduría. A veces no sabemos cuál es la mejor manera de ayudar a los refugiados. Así que, por favor, oren por nosotros, porque sin la ayuda de Dios, no llegaremos a ninguna parte”.
*Nombres cambiados por seguridad.