jueves, septiembre 19, 2024
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Testigos de criminales condenados a muerte se encuentran con Jesús

Un preso condenado a muerte compartió un poderoso testimonio de cómo encontró redención y paz a través de Jesucristo mientras enfrentaba la condena. Su viaje de transformación espiritual sirve como un testimonio inspirador de la gracia y el poder de Dios para cambiar vidas, incluso en las circunstancias más oscuras.

El hombre, identificado como García, creció en un ambiente disfuncional, donde las drogas y el crimen eran parte de la vida cotidiana. Vio a su padre y a sus tíos vender drogas e, inevitablemente, siguió los mismos pasos. “Vi a mi padre ir a prisión. Mis tíos fueron a prisión. ¿Y adivina qué? El pequeño García fue preso”, informó.

En 2014, García se encontró en una pequeña celda en el corredor de la muerte. Su vida era un caos y dependía de 15 pastillas por la mañana y otras 15 por la noche para pasar el día. Pidió ayuda a familiares y amigos, pero nadie respondió a sus desesperadas súplicas. La soledad y la desesperación parecían insoportables.

Según Christian Learning, fue en este estado de desesperación que García aprendió a pedirle ayuda a Jesús. Describe este momento como algo que cambió completamente su vida: “Fue como si se me hubieran caído 1000 libras de la espalda. Y por primera vez sentí esa paz que sobrepasa todo entendimiento”.

A partir de ese momento sintió que Dios le recordaba que ya no era un asesino, sino un conquistador y embajador de Cristo. Llegó a verse a sí mismo como un vencedor por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio.

Durante su camino de fe, García encontró un gran aliento en los versículos de la Biblia que resonaron profundamente en su corazón. Destacó Filipenses 4:13 : “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Otro versículo que le trajo consuelo fue 1 Juan 4:4: “Mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo”.

García compartió que su pequeña celda del corredor de la muerte, alguna vez oscura y desolada, se convirtió en un lugar de adoración y crecimiento espiritual. “Se convirtió en mi templo, un lugar donde aprendí a adorar y construir una relación con el Dios vivo, Jesucristo”, dijo.

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