En todo momento de tu vida, aunque estés perdido, tu alma es limpiada por el Señor. Dios sana tus dolencias porque Él es bueno. El Señor va con nosotros como poderoso gigante, nos cuida y vela por nuestro bienestar. En el momento de tu bautizo, Él te hizo nueva criatura. Limpio tus pecados y escribió tu nombre en el libro de la vida con letras de oro para que nunca se borre de ahí tu existencia.
El Señor te prometió vida eterna, porque desde el vientre de tu madre te eligió. Fuimos obra de su mano desde antes de que existiéramos, y hoy estamos aquí gracias a su misericordia. Por ello en todo momento nuestra alma ora y alaba al Señor. Nuestras almas siempre están en comunión con Él Padre Celestial. En todo momento que nuestro ser bendiga al Rey de Reyes y Señor de Señores porque el así lo quiso. Todos tus pasos van con la brújula divina, para que nunca tu corazón pierda el rumbo a tu Señor. Él te hace pasar por la puerta grande de la vida y vela por tu bienestar.
Dios sana tus dolencias
En este día, le pedimos al Señor, que nos sane de toda dolencia. Que cubra nuestro cuerpo con el agua preciosa de la vida y nunca nos deje caer en las trampas del cazador que atentan en nuestra contra. Cada día el Señor te da las fuerzas que necesitas para afrontar las pruebas impuestas por el maligno. Pero confiamos y estamos seguros de que, en todo momento, Dios con su omnipresencia no nos desamparará.
Nuestra boca será saciada como lo dice el Salmo 103:
Salmo de David.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.
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