Un hombre que estuvo sumergido en el mundo de las drogas, fue libre de la adicción tras entregar su vida a Cristo. Cuando fue bautizado, lloró de alegría por el comienzo de su nueva vida con propósito.
Jonathan da Cruz, un hombre brasileño que creció en una familia disfuncional. Su padre y su madre eran drogadictos, y cuando tuvo 10 años de edad, fue abandonado junto con sus dos hermanas menores.
Los niños empezaron a vivir en las calles y Jonathan mendigaba en los autobuses y pedía comida a los restaurantes para alimentar a sus hermanas. Después de un año en las calles, el Consejo de Tutela encontró a los hermanos durmiendo en un cartón y los llevaron a un refugio.
Después de seis días en el hogar de acogida, se informó a los hermanos que sus padres habían fallecido. La madre y el padre, portadores del VIH, habían sido asesinados en prisión. Los huérfanos crecieron en el refugio y cuando cumplieron 18 años se fueron a vivir su vida como adultos.
Jonathan terminó siguiendo el mismo camino que sus padres y se volvió adicto a las drogas. “Toqué fondo hasta que perdí la confianza de mis hermanas. Dijeron que si no salía de esa situación me dejarían a un lado”, dijo el joven a la Junta de Misiones Nacionales (JMN).
A partir de ese momento, Jonathan decidió buscar ayuda y fue recibido en un centro de rehabilitación para drogadictos de la JMN. Sufriendo de abstinencia, al tercer día de internamiento, el joven quiso irse, pero buscó ayuda para librar su batalla.
“Les pedí a los misioneros que oraran por mí. Y en ese momento decidí entregar mi vida totalmente a Dios. La Palabra de Dios es crucial para mi transformación”, testificó Jonathan.
El ex adicto fue bautizado en el mismo Centro, dando testimonio público de su fe en Jesús, y está viviendo una nueva vida libre de drogas. “Hermanas, hoy tendrán un nuevo hermano”, declaró Jonathan antes de bajar al agua en su bautismo.
“¡Soy libre! ¡Soy libre! Gracias Dios”, exclamó Jonathan, llorando con los brazos alzados al cielo, después de ser bautizado, mientras un coro de ex adictos entonaba la canción: “Yo soy libre”.
“El momento del bautismo fue muy especial para mí. Hoy sé que Jesús es mi única esperanza. Decidí morir al mundo, nacer de nuevo y vivir para Cristo”, testificó Jonathan.
Añadió: “Ahí fuera yo era un Jonathan que era una carga para mi familia y hoy soy un Jonathan transformado con esperanza y sueños. Me di cuenta de cuán grande es el amor y la misericordia de Dios en mi vida. Hoy, el pecado ya no me domina, estoy bajo la gracia de Dios”.
Ahora, el joven liberado quiere ganar a su familia para Jesús y convertirse en misionero. “Quiero ayudar a las personas de la misma manera que me ayudan a mí. Quiero ser un canal de bendición”, dijo el hombre.