En Nicaragua, la presión sobre la Iglesia, la última institución civil que sobrevive a la persecución del gobierno , continúa aumentando cada día. Si bien el conflicto entre Iglesia y Estado es antiguo en el país, se ha recrudecido desde 2018.
Según Puertas Abiertas, las iglesias fueron clasificadas como “ enemigas del estado ” y desde entonces han sido atacadas por líderes. Entre 2019 y 2022, hubo 239 incidentes que afectaron a los cristianos.
El 4 de mayo, la Asamblea Nacional, controlada por el presidente Daniel Ortega, amenazó con demandar a los líderes de la iglesia y confiscar sus propiedades. El motivo de esta persecución es porque “ayudaron a los manifestantes en las protestas de 2018”.
En el discurso político, el gobierno alega que estas protestas fueron un intento de golpe de Estado y que considera a la Iglesia cómplice de las manifestaciones por acoger y ayudar a los heridos en las marchas.
gobierno controlador
Las autoridades nicaragüenses controlan todos los sistemas productivos de la sociedad, además de los medios de comunicación y la justicia, y no permiten manifestaciones eclesiásticas contra la violencia del gobierno.
En 2018, la población marchó en contra de los actos violentos de la administración del presidente Daniel Ortega, convocando a nuevas elecciones. Las manifestaciones fueron duramente reprimidas por los militares y aquellos que mostraron descontento con el gobierno son objeto de una intensa persecución.
A través del partido político FSLN, los gobernantes se han mantenido en el poder en Nicaragua por medios ilegítimos.
Cómo es perseguida la Iglesia en Nicaragua
El culto y los sermones son monitoreados constantemente y se les ha quitado el acceso a la salud pública a los cristianos. Los templos fueron destruidos y los líderes cristianos informan daños psicológicos por las continuas amenazas.
En las escuelas, el currículo educativo público ofrece contenidos políticos alineados con el régimen que niegan o menosprecian otras ideologías, como la cristiana.
Patrícia Montenegro, miembro del Observatorio Pro-Transparencia y Anticorrupción, dice: “Las iglesias han sido instrumentales en la crisis de derechos humanos en Nicaragua y, como resultado, se han convertido en blanco de la persecución indiscriminada por parte de Ortega y sus aliados. ”.
Según el abogado del Colectivo de Defensa de los Derechos Humanos, Carlos Guadamuz, “la iglesia cuenta con el apoyo de la población. A nivel nacional, la iglesia era la última institución sólida que quedaba. No hay otros grupos civiles que hayan escapado a la persecución”.
