Blake, de 8 años de edad, estaba jugando con sus amigos en una piscina cuando experimentó un intenso dolor de cabeza que resultó ser un aneurisma que amenazaba su vida.
Cuando Blake fue trasladado a la UCI de un hospital de Washington, Carolina del Norte, ya no respondía. Sus padres Mark y Caroline Collie oraron a Dios de todo corazón para que se apiadara de él y sanara completamente a su hijo.
Mediante una tomografía computarizada, supieron que Blake tenía una hemorragia cerebral masiva y fue trasladado por aire al Maynard Children’s Hospital de Greenville, NC, para ser operado de emergencia.
Médicos experimentan asombrados la sanidad de un niño de 8 años
A través de una publicación en las redes sociales, Mark y Caroline pidieron oración por la sanidad de Blake.
El neurocirujano Richard Dalyai, dijo que la constante presión en el cerebro de Blake era una hemorragia que ponía en peligro su vida e introdujo drenajes en su cráneo para eliminar la presión.
Después de la operación, sus padres pudieron verlo, aunque estaba en un coma inducido médicamente. Verlos con tantas vías fue desgarrador para ellos, pero al menos se alegraron de que siguiera con vida.
Preocupación médica
El doctor Dalyai encontró y eliminó el origen de la presión, una malformación arteriovenosa (MAV), pero todavía había mucha presión en el cerebro de Blake que podría causarle una vida paralítica.
El personal del hospital, incluyendo a las enfermeras, se unieron a los padres y a los guerreros de todo el mundo que han estado y continúan orando fervientemente a Dios por la completa sanidad del pequeño.
Cuando le hicieron la resonancia magnética el día 16, Blake mostraba signos de daño cerebral que significaba que nunca volvería a caminar, hablar o ver.
Esperanza cristiana
La familia estaba dolida porque habían orado y pensaron que todo había sido en vano. Pero no perdieron la fe y siguieron orando durante toda la noche para que le fuera mejor de lo que decía la resonancia.
Al siguiente día, el doctor Dalyai sacó a Blake del coma y le dijo que le diera un pulgar hacia arriba y respondió milagrosamente.
El niño siguió mejorando durante los días siguientes y los médicos le quitaron los drenajes y las vías. Se fue a casa y aprendió a caminar, a hablar y a recuperar sus habilidades motoras, un proceso que duró meses.
A los médicos les ha desconcertado el hecho de que pueda hacer todas las cosas que deberían haberle llevado mucho tiempo, es nada menos que un milagro.
Su familia está agradecida por la mejor atención médica que recibió su hijo y por todas las oraciones que fueron respondidas por Dios.
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