La oración de purificación es importante. Desde el principio de los tiempos, cuando Dios organizó el mundo y nos creó a los seres humanos, los hijos de Dios pedían a purificación al Señor. Estar en comunión a Dios es importante, y pedir que limpie tu espíritu debe ser una práctica diaria. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, y cómo templo, nosotros tenemos el deber de mantener nuestra alma blanca, y nuestra fe agrandada. Cuando oramos confiamos en Dios en todo momento, es una forma de decirle al Señor que estás dispuesto siempre a su obra.
La oración tiene poder, y es la herramienta que colocó Dios para comunicarnos con su providencia. En la propia palabra del Señor, la biblia nos notifica que en tiempos antiguos los hermanos de la fe ayunaban y oraban para soportar los tiempos difíciles. También había oraciones de sanidad, o incluso oraciones de fe, para que Dios limpiara nuestro cuerpo, espíritu y alma, nos llenará de la providencia del Espíritu Santo.
Oración de purificación
Todo tiempo es indemne para la oración, porque en cada momento Dios está dispuesto a escuchar a un corazón bueno y honesto. Nuestra fe se ve engrandecida cuando nuestra comunión con Dios está en buen estado. Cuando sabemos que además de ser el único todopoderoso, el Señor es también capaz de hacer una transformación en las situaciones y vidas de todos.
En este momento es ora de orar, Oración de purificación: En este momento, pongo mi vida en tus manos, te reconozco como mi único Dios y salvador. Transformaste mi vida y me hiciste un nuevo cuerpo en Cristo, eres el más grande, mi Jehová bendito. Vengo con humildad y arrodillado ante tu presencia, a pedirte por mi familia, mi casa y mi vida. En estos momentos tan dificultosos, en que las horas no importan, te pido que me des fuerzas y purifiques mi espíritu. Hazme una mejor persona, y quita todo pensamiento impío de mi mente, cuida mi alma y mi cuerpo que es Espíritu Santo.
Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo;
en lo secreto me has enseñado sabiduría.
Purifícame con hisopo, y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Anúnciame gozo y alegría;
infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.
Aparta tu rostro de mis pecados
y borra toda mi maldad.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me alejes de tu presencia
ni me quites tu santo Espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación;
que un espíritu obediente me sostenga.
Así enseñaré a los transgresores tus caminos,
y los pecadores se volverán a ti.
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